Fahrenheit 451: ¿Pienso, luego existo?

It was a pleasure to burn.

Esta es la poderosa frase con la que comienza Fahrenheit 451, del escritor estadounidense Ray Bradbury. Fue escrito en el año 1953, y pertenece al género de la novela distópica, que se caracteriza por la representación de sociedades ficticias o futuras indeseables. Algunos ejemplos de libros del mismo género son 1984 de Orwell o Un mundo feliz de Huxley.

¿El porqué del título del libro? 451 ºF es la temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde. El protagonista de Fahrenheit 451 es Guy Montag, bombero. Su trabajo no es apagar los fuegos que ponen en peligro los hogares, sino quemar las casas de aquellos ciudadanos que tienen libros. Las pinceladas que, desde el comienzo del libro, nos describen la sociedad en la que vive Montag, revelan una falta profunda de pensamiento crítico, de humanidad. Es un mundo que se mueve rápido, que no parece nunca pararse, que no deja pensar.

Montag se empieza a cuestionar si ese es el mundo que le hace feliz. Su encuentro con una joven atípica, Clarisse McLellan, le hace comprender que vive en un mundo sin esencia.

—Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras o a los parques de atracciones. Así, pues, dispongo de muchísimo tiempo para dedicarlos a mis absurdos pensamientos. ¿Ha visto los carteles de sesenta metros que hay fuera de la ciudad? ¿Sabía que hubo una época en que los carteles sólo tenían seis metros de largo? Pero los automóviles empezaron a correr tanto que tuvieron que alargar la publicidad, para que durase un poco más.

—¡Lo ignoraba!

—Apuesto a que sé algo más que usted desconoce. Por las mañanas, la hierba está cubierta de rocío.

De pronto, Montag no pudo recordar si sabía aquello o no, lo que le irritó bastante.

También le hace reflexionar sobre si de verdad ama a su esposa Mildred, que quiere más a la «familia» que le entretiene desde las paredes-televisión de su casa que al propio Montag. Mildred es una persona con una mente cerrada e infantil que contrasta con las ansias de Montag de liberarse de la infelicidad que ha descubierto. Un día, el cuerpo de bomberos recibe el encargo de quemar la casa de una anciana cuyo ático está repleto de libros. La mujer se niega reiteradamente a abandonar la casa, y muere quemada junto a sus libros. Montag sufre una gran crisis que le hace caer enfermo y plantearse abandonar su trabajo. Mildred es incapaz de entender a su pareja. También es un personaje que sufre un gran dolor interno, psicológico, que se refleja en su intento de suicidio.

—Mildred, ¿qué te parecería si, quizá, dejase mi trabajo por algún tiempo?

—¿Quieres dejarlo todo? Después de todos esos años de trabajar, porque, una noche, una mujer, y sus libros…

—¡Hubieses tenido que verla, Millie!

—Ella no es nada para mí. No hubiese debido tener libros. Ha sido culpa de ella, hubiese tenido que pensarlo antes. La odio. Te ha sacado de tus casillas y antes de que te des cuenta, estaremos en la calle, sin casa, sin empleo, sin nada.

El capitán Beatty, jefe de Montag, ha ido siguiendo el desarrollo del personaje de Montag durante la historia. Conoce sus debilidades, conoce su inquietud. Él sabe que Montag lleva escondiendo libros para él mismo desde hace tiempo. Asiste a su rebeldía con cautela, dejándole que caiga en su propia desesperación hasta poder llevárselo a su terreno. Cuando cae enfermo Montag, le visita, e intenta convencerle de la inconveniencia del pensamiento.

—Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces todos son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma, domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los resistiría ni un minuto. […] Se les dio una nueva misión [a los bomberos], como custodios de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueces y ejecutores. Eso eres tú, Montag. Y eso soy yo.

En este punto todo queda claro. La prohibición de la lectura es una forma para igualar a la sociedad, de forma que no tenga preocupaciones por lo que sabe, ni por cuánto sabe. En lugar de tener una sociedad donde algunos piensan, se prefiere tener una donde nadie piense, donde nada sea cuestionado, para que todo el mundo viva feliz… Aunque Montag parece rebelarse contra este principio.

Para saber cómo sigue la historia tendréis que leer el libro. Es un libro apasionante que no vais a poder soltar. Y os cuento algunas de las cosas que me han gustado:

  • El personaje de Clarisse es increíble.

—Bueno —le dijo ella por fin—, tengo diecisiete años y estoy loca. Mi tío dice que ambas cosas van siempre juntas. Cuando la gente te pregunta la edad, dice, contesta siempre: diecisiete años y loca.

 

—Quieren saber lo que hago a cada momento. Les digo que a veces me limito a estar sentada y a pensar. Pero no quiero decirles sobre qué. Echarían a correr. Y, a veces, les digo, me gusta echar la cabeza hacia atrás, así, y dejar que la lluvia caiga en mi boca. Sabe a vino. ¿Lo ha probado alguna vez?

—No, yo…

—Me ha perdonado usted, ¿verdad?

—Sí —Montag meditó sobre aquello—. , te he perdonado. Dios sabrá por qué. Eres extraña, eres irritante y, sin embargo, es fácil perdonarte. ¿Dices que tienes diecisiete años?

—Bueno, los cumpliré el mes próximo.

—Es curioso. Mi esposa tiene treinta y, sin embargo, hay momentos en que pareces mucho mayor ella. No acabo de entenderlo.

  • Ahhhhhhhh… Qué bella es la humanidad de los personajes en este libro:

—Tengo a los niños en la escuela nueve días de cada diez. Me entiendo con ellos cuando vienen a casa tres días al mes. No es completamente insoportable. Los pongo en el «salón» y conecto el televisor. Es como lavar ropa; meto la colada en la máquina y cierro la tapadera. —Mrs. Bowles rió entre dientes—. Son capaces de besarme como de pegarme una patada. ¡Gracias a Dios, yo también sé pegarlas!

Las mujeres rieron sonoramente.

  • Esos monólogos flujo-de-conciencia de Montag:

Una gota de lluvia. Clarisse. Otra gota. Mildred. Una tercera. El tío. Una cuarta. El fuego esta noche. Una, Clarisse. Dos, Mildred. Tres, tío. Cuatro, fuego. Una, Mildred, dos Clarisse. Una, dos, tres, cuatro, cinco, Clarisse, Mildred, tío, fuego, tabletas soporíferas, hombres, tejido disponible, faldas, bufido, ataque, rechazo, Clarisse, Mildred, tío, fuego, tabletas, tejidos, bufido, ataques, rechace. ¡Una, dos, tres, una, dos, tres! Lluvia. La tormenta. El tío riendo. El trueno descendiendo desde lo alto. Todo el mundo cayendo convertido en lluvia. El fuego ascendiendo en el volcán. Todo mezclado en un estrépito ensordecedor y en un torrente, que se encaminaba hacia el amanecer.

Ray Bradbury pretendía criticar con este libro el bombardeo de los medios de comunicación, cuyo pensamiento prefabricado desfavorece que nosotros tengamos el nuestro propio.

 Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno o, mejor aún, no le des ninguno. […]  Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos.

¿Qué verdades conocemos? Nosotros no podemos manejar toda la información del mundo, por supuesto. Por ello, nos servimos de medios de comunicación para informarnos. Estos medios no siempre son objetivos y presentan hechos sesgados al servicio de los intereses de otros, que no suelen ser los mismos que los nuestros. ¿Estás de acuerdo con Beatty sobre la utilidad de la filosofía? A nivel escolar, ¿qué asignaturas te han enseñado a pensar? ¿Estás de acuerdo o en contra de que suprima Filosofía en segundo de Bachillerato? Ahora, la voz es tuya.

 

La voz es tuya